Cómo prevenir los efectos del frío en personas mayores

Cómo prevenir los efectos del frío en personas mayores

El frío intenso favorece la aparición de enfermedades respiratorias agudas y el agravamiento de enfermedades crónicas (sobre todo cardíacas y respiratorias) en las personas mayores. También puede provocar contracturas y dolores musculares, y se relaciona con mayor número de caídas en la calle (hielo, suelos mojados…).

Para evitar los efectos perjudiciales provocados por el frío intenso pueden adoptarse las siguientes medidas:

  • No renuncie a pasear: camine diariamente, por terreno llano, llevando una marcha rítmica, y evitando las horas de la digestión. Utilice guantes, bufanda, gorras, calzado cómodo, antideslizante y resistente al agua y ropa ligera, cálida e impermeable.
  • Si deja de salir a causa del frío, mantenga el contacto con la familia y los amigos. La buena compañía es fuente de salud.
  • Ventile la casa en las horas de más calor, de 5 a 10 minutos.
  • Si utiliza braseros o estufas de leña y gas asegure que la instalación es correcta y evite acercarse demasiado a la fuente de calor.
  • Cuide su dieta: el frío hace aumentar las necesidades calóricas.
  • Tome bebidas calientes y evite el consumo de alcohol; hace que el cuerpo pierda calor.

  

Concepción Molina Pérez
Enfermera especialista en Geriatría.

 

Bibliografía:

 

Foto: Pixabay / tookapic

Consejos para prevenir caídas en ancianos

Consejos para prevenir caídas en ancianos

Las caídas son la causa más frecuente de lesiones en los ancianos. Pueden producir discapacidad y reducir su calidad de vida y la de sus familiares. He aquí algunos consejos que le ayudarán a evitarlas. No obstante, si comienza a tener caídas de repetición, acuda a su médico. Es más que probable que su origen sea una causa clínica sin identificar.

  • Cuide la nutrición y la ingesta de líquidos: el calcio y la vitamina D disminuyen el riesgo de fracturas óseas. Consuma leche, queso, yogur, pescados grasos como las sardinas y el atún, y carne. Beba mucho líquido (de 6 a 8 vasos al día), especialmente cuando realice ejercicio.
  • Camine bajo el sol: favorece la síntesis de vitamina D y la movilidad.
  • Haga ejercicio con regularidad. El ejercicio fortalece y mejora el equilibrio y la coordinación.
  • Cuide su medicación: si está tomando medicamentos, incluso los que se venden sin receta, revíselos con su médico o farmacéutico. Pregunte si alguno puede provocar somnolencia o mareo, o si pueden interactuar unos con otros y ocasionar efectos adversos.
  • Utilice dispositivos de ayuda para caminar si es necesario (bastones, andadores).
  • Preste atención a su casa: que los suelos no resbalen, que no haya cables por el suelo, que las cosas que se utilizan habitualmente están al alcance de la mano, que la luz no haga sombras ni brillos. Evite el uso de alfombras y de chancletas y no camine descalzo.

 

Concepción Molina Pérez
Especialista en Enfermería Geriátrica
Vocal de la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología (SNGG) (@sngeriatria)

Foto: Pixabay / StockSnap

 

Fuentes

  • European Network for Safety amongElderly (EUNESE). Boletín informativo: prevención de las caídas en las personas de edad avanzada. Seguridad de las personas de edad avanzada centrada en las lesiones accidentales. ISBN: 978-960-89383-4-2
  • Documento de consenso sobre prevención de fragilidad y caídas en la persona mayor estrategia de promoción de la salud y prevención en el Sistema Nacional de Salud.Documento aprobado por el Consejo Interterritorial del SNS el 11 de junio de 2014.

 

 

El cuidado de los mayores en verano

El cuidado de los mayores en verano

El verano ya está aquí, trayendo consigo las altas temperaturas, las cuales sobrellevamos de mejor o peor manera. Intentamos adaptarnos al calor, modificando nuestras actividades diarias al periodo estival. Debemos vigilar esa adaptación en las personas mayores, poniendo especial atención en las siguientes recomendaciones:

El cuidado de los mayores en verano

“Anciano desnudo al sol”.
Mariano Fortuny. Museo del Prado.

  • Promover en la medida de lo posible una alimentación variada, eligiendo alimentos fácilmente digeribles: frutas, verduras y ensaladas.
  • Optar por la proteína procedente de pescados mejor que las cárnicas.
  • Fraccionar las comidas en 5 ingestas, en lugar de 3.
  • Realizar cenas ligeras, con bebidas frías y dejando dos horas desde el fin de la cena hasta acostarse.
  • Prestar especial atención a una correcta higiene alimentaria, lavándose las manos, y manteniendo los productos perecederos siempre en el frigorífico.
  • Ingerir de 1,5-2 litros de agua al día, aún sin tener sed. Si el agua no es lo suficientemente apetecible, podemos ofrecer infusiones, leche semidesnatada, zumos, gelatinas o helados (ojo con el azúcar).
  • Utilizar una vestimenta adecuada, preferiblemente de algodón, de colores claros, protegiendo la cabeza con gorra, visera, sombrero y gafas de sol.
  • Aplicar protectores solares, con índice protector por encima de 20, recordando que las nubes finas dejan pasar los rayos UV.
  • Evitar las horas de mayor incidencia solar para hacer ejercicio, procurando realizar la actividad a primera hora de la mañana o a última de la tarde.
  • Garantizar una adecuada temperatura en la habitación, teniendo especial precaución con el uso de aires acondicionados, evitando en lo posible cualquier fuente de ruido.
  • Intentar evitar que tengan que adaptarse a nuevos entornos durante los periodos de vacaciones de familiares/cuidadores habituales.

 

Fernando Gómez Gil
Enfermero. Servicio de Geriatría. Complejo Hospitalario de Navarra

 

Fuentes:

 

Cómo combatir el insomnio en la persona mayor

Cómo combatir el insomnio en la persona mayor

El insomnio puede producir importantes alteraciones a los mayores, menoscabando de forma importante su calidad de vida. Las cabezadas diurnas y dormir menos de 7 horas se ha asociado a un mayor riesgo de caídas, de deterioro cognitivo, a alteración en la deambulación y el equilibrio y a dificultades en el manejo adecuado de la medicación.

Habitualmente el insomnio se trata con fármacos. Sin embargo, las medidas no farmacológicas constituyen un pilar dentro del abordaje terapéutico del insomnio, y son fundamentales para restaurar hábitos de vida saludables. Entre ellas destacan:

  • Mantener horarios regulares de acostarse y levantarse.
  • Limitar la permanencia en la cama a un máximo de 8 horas.
  • Evitar las siestas mayores a 30 minutos y que sólo sean una al día.
  • Cenar ligero y evitar acostarse inmediatamente después de cenar. Esperar 2-3 horas.
  • Evitar alcohol tabaco, café, té… estimulantes.
  • Restringir la ingesta líquida en la tarde noche si hay prostatismo o incontinencia.
  • No obsesionarse con comprobar la hora.
  • Hacer ejercicio físico durante el día acorde con las capacidades, evitando las horas cercanas a acostar.
  • Favorecer el confort: usar ropa de cama confortable, habitación oscura, ventilada y con temperatura adecuada, y eliminar los ruidos.
  • Realizar actividades relajantes antes de dormir.
  • Adoptar la posición adecuada para favorecer el sueño, colchones duros.
  • Utilizar la cama sólo para dormir.
  • Acostarse sólo cuando uno se siente somnoliento. Si no se puede dormir en 20-30 minutos, levantarse y hacer una actividad relajante, ir de nuevo a la cama cuando se sienta sueño.
  • Fijar una hora para levantarse independientemente de las horas dormidas todos los días de la semana.
  • Establecer rutinas para ir a la cama (lavarse los dientes, ponerse el pijama…).
  • Restringir tecnología con pantallas iluminadas, luz blanca antes de dormir.
  • Reducir las expectativas respecto a la cantidad de horas que queremos dormir para reducir la ansiedad que nos produce ir a la cama cuando se padece insomnio.

 

Gloria Urbistondo Lasa
Especialista en Enfermería Geriátrica

Fuentes

  • Insomnio. Guía de buena práctica clínica en geriatría. Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Madrid 2015.
  • Manual de protocolos asistenciales para uso en el medio residencial. Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Grupo de trabajo asistencia sanitaria en residencias. Madrid 2014
Cuidemos al cuidador de la persona dependiente

Cuidemos al cuidador de la persona dependiente

Aunque vejez y dependencia no son sinónimos, dos terceras partes de las personas con discapacidad son mayores de 65 años. El cuidado informal (no profesonalizado) de estas personas habitualmente recae en un miembro de la familia, normalmente hija o esposa, de edad intermedia (53 años) y sin actividad laboral (ama de casa, pensionista, jubilada o parada). 

Los cuidadores, a menudo, refieren sentirse útiles, hablan de un aumento de autoestima y de la satisfacción de verse capaces de afrontar nuevos retos. Sin embargo, existe evidencia científica de repercusiones emocionales negativas, especialmente en aquellas personas que han de hacer frente a problemas conductuales en sus mayores (vagabundeos, gritos, destrucción de objetos…).

Cuidar es duro. El cuidador se desgasta emocional y físicamente, y eso puede generar rechazo hacia el dependiente. Por tanto es vital que sea consciente de que debe protegerse.

El estrés, la fatiga y el agotamiento se producen como consecuencia de la lucha diaria para cuidar al dependiente, porque a menudo esta tarea genera la sensación de ausencia de control. Todo ello puede desembocar en el llamado “síndrome del cuidador quemado o burn-out”.

Esta afección se caracteriza por un profundo desgaste emocional y físico de la persona que cuida al dependiente. Si cuidador y dependiente conviven, este desgaste es aún mayor.

Si el cuidador reprime con mucha frecuencia sus sentimientos y emociones, aumenta la presión que soporta. Esto puede desembocar en actitudes y sentimientos negativos hacia la persona dependiente, además de desmotivación, depresión, angustia, agobio, irritabilidad e incluso violencia. La situación puede sumarse a problemas de otra índole como laboral, económica o legal.

El mayor consejo que podemos dar desde este blog es: CUIDA AL CUIDADOR.

El cuidador debe, entre otras cosas:

  • Pedir ayuda y saber delegar.
  • Hacer ejercicio.
  • No dejar de hacer planes con amigos.
  • Preocuparse por su alimentación y descanso.
  • Fomentar la autonomía del dependiente.
  • Acudir a grupos de apoyo, familiares.

Javier Laparra Garrido (@Laparrovic)
Especialista en Enfermería de Salud Mental
Miembro de ANESM Navarra @AnesmNavarra

Concepción Molina Pérez

Especialista en Enfermería Geriátrica
Vocal de la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología (SNGG) (@sngeriatria)

Bibliografía:

¿Seguro que la abuela come “lo normal”?

Los ancianos “normalmente” comen menos porque disminuyen sus necesidades físicas. Con la edad, el estómago pide menos cantidad de alimento. A veces, las pérdidas sensoriales también afectan. Los sabores y olores se perciben de forma distinta y los platos no resultan atractivos a la vista. La salud bucal es otro factor a tener en cuenta: la sequedad de boca, los problemas de dentición, las prótesis dentales que no adaptan bien y provocan dolor, pueden disuadir al anciano de comer adecuadamente.

Es difícil poner en evidencia la falta de apetito (hiporexia) porque, a menudo, ni los pacientes ni sus cuidadores, lo mencionan; simplemente lo encuentran normal. Sin embargo, esa pérdida de apetito puede ser un síntoma de  enfermedad, normalmente de carácter psicológico. Los fármacos también pueden provocar falta de apetito.

Foto: Pixabay


La desnutrición es la consecuencia más grave de la hiporexia y abre el círculo vicioso de la enfermedad,  las complicaciones, las estancias hospitalarias, e incluso, la muerte. Si usted quiere saber si “la abuela” come lo normal, tenga en cuenta que el principal signo de alarma es el peso. Toda pérdida de peso no intencionada indica que se está comiendo por debajo de las necesidades reales. Otros signos de alarma son el plato lleno y frío abandonado sobre la mesa, el jugueteo con los alimentos durante la comida o la sustitución de comidas por el consumo de dulces a deshoras.

Concepción Molina Pérez
Especialista en Enfermería Geriátrica
Vocal de la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología (SNGG) (@sngeriatria)

Bibliografía: