El conocido síndrome de ovarios poliquísticos (SOP) está presente en el 6,5 % de la mujeres en edad fértil. Dicha patología suele debutar en torno a la primera menstruación y se puede considerar como la causa más frecuente de la cesación crónica de la ovulación.
Su origen no está bien definido. Así, los autores determinan diferentes causas en la que están implicados el componente genético, los hábitos de vida y el exceso de insulina en sangre. Lo que sí está reconocido y es clave para el SOP es el aumento en la producción de los andrógenos (hormonas sexuales masculinas).
CLÍNICA Y DIAGNÓSTICO
La clínica manifestada por el síndrome de ovarios poliquísticos abarca un amplio espectro de síntomas
- Hallazgo ecográfico del ovario poliquístico.
- Obesidad, presente en el 50% de los casos.
- Desarrollo excesivo de vello y acné derivados del aumento de andrógenos.
- Alteraciones del ciclo menstrual:
- Ciclos menstruales poco frecuentes o escasos (oligoamenorrea).
- Ausencia de la menstruación (amenorrea).
- Infertilidad
Las mujeres con SOP con frecuencia suelen tener tensión arterial alta, obesidad y niveles elevados de grasa en sangre. Todo ello hace que aumente la probabilidad de sufrir diabetes y patología cardiovascular.
Los criterios definidos en la conferencia de Rotterdam (2004), indica que la existencia de dos de los siguientes signos es suficiente para catalogar un cuadro como SOP:
- ovulaciones irregulares o falta de ovulación.
- clínica y/ o signos bioquímicos de hiperandrogenismo (secreción excesiva de andrógenos).
- ovario poliquístico ecográfico, definido como la presencia de 12 o más folículos de 2‐9 mm.
TRATAMIENTO
Este tratamiento debe adaptarse a cada mujer, tratar los síntomas más relevantes para la paciente, teniendo en cuenta si hay deseo de gestación o no.
Al margen de los tratamientos farmacológicos -como pueden ser anticonceptivos, inhibidores de andrógenos o hipoglucemiantes como la metformina-, el pilar básico para el tratamiento del SOP y sobre el que la enfermería y las matronas debemos hacer hincapié es el cambio de estilo de vida: ejercicio diario, control de la ingesta de grasas e hidratos de carbono. La pérdida de peso contribuye a un descenso de los niveles de insulina y, por lo tanto, descenso en la producción de andrógenos y con ello, mejoría clínica.
Estefanía Castillo Castro
Matrona del Complejo Hospitalario de Navarra.
Bibliografía:
- The Rotterdam ESHRE/ASRM sponsored PCOS consensus Workshop group. HumanReprod 2004.
-
J. Lombardía; M. Fernández. Ginecología y obstetricia Manual de consulta rápida. 2ed. Médica Panamericana 2007.